martes, 6 de mayo de 2014

"Del hilo, al ovillo" de Alfonso Reyes


Charles Wysocki  (*)


Del hilo, al ovillo


Tenía razones para dudar. Volvió a casa
inesperadamente. La casa estaba desierta.

En el vestíbulo, una madeja de lana, abandonada,

yacía en el suelo; era la lana con que su mujer
estaba tejiendo no sé qué, por matar el tiempo…
o por tener pretexto de andar siempre con los ojos
bajos. Bien lo comprendía él.

—Todo está muy claro —se dijo—. En la lucha, 
o lo
que sea, la labor ha caído al suelo.

Pero la madeja se desenrollaba hacia el pasillo en un 

infinito hilo de lana azul.

—Sigamos el hilo —pensó—. Por el hilo se saca

 el ovillo.

Y, saltándole el corazón, empuñó el revólver.

El hilo azul corría por el pasillo, entraba en el 

comedor, salía después por la otra puerta…

Y él lo seguía de puntillas, anhelante, guiado en 

aquel laberinto de dudas y pasiones por el hilo azul.
En su conciencia había una sombra impenetrable, 
cortada por un hilo azul infinito.

El hilo seguía su camino misterioso. En el otro 

extremo del hilo —pensaba él— está la ignominia. 
¿Tal vez el crimen? Y tenía miedo de sí mismo.

El hilo atravesaba un salón y, ya agitado por 

evidentes palpitaciones, se escurría por debajo de la 
puerta del fondo.

Y vaciló ante aquella puerta: ¿sería mejor desandar 

el camino y llevarse a la calle, como robado y a hurto, 
el secreto de su felicidad? ¿Sería mejor ignorarlo 
todo? El hilo, fiel, le ofrecía el camino de la fuga.

Al fin, haciendo un esfuerzo de serenidad, seguro de 

que el revólver no se dispararía solo en su mano 
crispada, abrió la puerta…

Hecho una bailarina rusa, en un verdadero océano de 

lana azul, sobre el tapiz de la alcoba, luchando con 
manos y patas, el gato —un precioso gato blanco, 
verdadera nube de candor— se revolcaba, gozoso.

Junto al gato, en el sillón habitual, sin una sonrisa, 

inmóvil, ella —siempre enigmática— lo contemplaba 
sin verlo.

Alfonso Reyes

 
* Imagen tomada del blog "Vintage, el glamour de antaño", de Nena Kosta. Muchas gracias, Nena.